Se llama José Luis Prada Méndez, pero  pregunte siempre por Prada. Lo han llamado loco muchas veces, tantas como han augurado que sus sueños no iban a triunfar. Más tarde corrigieron el adjetivo y lo cambiaron por “profeta”.

Hecho a sí mismo, este culo inquieto y viajero impenitente desde muy joven, tuvo claro que en el Bierzo había productos increíbles pero infravalorados, en los que valía la pena creer si se hacía desde la  autenticidad y la honestidad.

Y a eso decidió dedicar su vida, dando ejemplo con su saber hacer y predicando una filosofía de defensa de la comarca del Bierzo que cada vez sumaba más adeptos, según iban viendo los resultados de esa honestidad de ideas combinada con la tenacidad en el trabajo.

Lo que la tierra nos entrega debe ser transformado como merece y conseguir el valor añadido para los que viven de ello, solo así se mantendrá la calidad en lo más alto.

De las conservas artesanales al vino del Bierzo, pasando por la restauración y el alojamiento o el enoturismo, en el que fue pionero en El Bierzo, todo lo que Prada emprende tiene su sello particular y el ideal de ser lo mejor en su categoría.

¿El secreto? Pues que a Prada la madrugada siempre lo sorprende trabajando.