Vivimos fechas en las que es importante, aunque siempre lo es, trabajar. Esforzarnos por conseguir, todos juntos, levantar una situación complicada para el país. Y dentro de ello, lo cierto es que la palabra “emprendedor” suena repetidamente. Por ello, hoy queremos compartir con vosotros desde este blog una reflexión de Prada del año 2013 en la que habla sobre este concepto. Y es que Prada siempre se las tuvo “con la política de las grandes gesticulaciones y las mínimas contribuciones con que se trata a quien está dispuesto a vivir de sus manos y de su cabeza, o al que no le queda más remedio, que de todo hay”.
“Desde un tiempo a esta parte suena machaconamente una palabra que habréis oído infinidad de veces, es la palabra de moda: emprendedor o emprendedores. Es como si no existiesen antes y en estos momentos en que está la cosa jodida, en que todo el mundo ve que ya no hay soluciones ni milagros… la única alternativa de la que echar mano, es buscar por todos los rincones emprendedores… ¡A buenas horas mangas verdes! Es increíble la falta de memoria del género humano”, comenzaba Prada su reflexión.
“Hasta hace bien poco cualquier emprendedor con una pequeña empresa era la diana a la que apuntaba todo Dios. Las administraciones eran las primeras en entrar a saco, con saña, con premeditación y alevosía… sí, sí, con alevosía, porque al ser muchos y pequeños no tenían fuerza para defenderse. Ahí, todos, desde los ayuntamientos, las autonomías y el estado central se financiaban de puta madre sin tener que aguantar huelgas ni mala imagen, que es lo que se les venía encima si se enfrentaban a las grandes empresas y multinacionales… ¡Ojo¡ Y no te digo nada de las exigencias: más sueldo, más vacaciones, menos horas de trabajo semanal, más días de asuntos propios… La empresa puede con todo… ¡Que se busque la vida! y si va mal, «ese es su problema». Esa empresa era de un emprendedor, nadie se quería dar cuenta de que era de un tío o tía que se había «escornado» con todo y contra todos para salir adelante… con sacrificio, con sudor y muchas veces con lágrimas… y encima empeñando e hipotecando hasta los calzoncillos que se ponía los domingos que era el día que supuestamente debiera descansar…”, señalaba en este escrito.
Pero, ¿y es nuevo esto de los emprendedores? Prada tiene claro que no. “Los emprendedores no se inventan de la noche a la mañana. Los emprendedores siempre salían de la necesidad y se gestaban en el seno de las familias que tenían que salir adelante porque no había otra, había que sobrevivir y nadie te iba ayudar, entonces se aprendía un oficio y poco a poco se iniciaba un pequeño negocio. Ahora la situación es muy diferente, ahora a la mayoría de jóvenes se les ha dado todo resuelto, nada más tienen que pedir. Unos jóvenes cuya mayor ilusión era entrar en la administración porque pensaban que ser funcionario les libraba de todo tipo de sobresaltos. Unos jóvenes que vieron cómo se idolatraba y admiraba al trepa que sin ética ni estética se instalaba y aprovechaba de la sociedad sin que nadie le «cantara las cuarenta». Unos jóvenes que ven como en muchos casos son sus propios padres los que les dicen que por un pequeño sueldo no merece la pena trabajar ni esforzarse, que para eso es mejor quedarse en casa. Con esa filosofía imperante es difícil o casi imposible que salga un emprendedor. La solución tiene que ser a largo plazo, empezando por educar en el esfuerzo y en la responsabilidad, y, sobre todo, es muy importante que al emprendedor, al pequeño empresario, se le reconozca su valor y su contribución imprescindible en nuestra sociedad y que no se le vea como al enemigo a batir…”
Siete años después, en Prada A Tope seguimos suscribiendo todas estas palabras, animando a los emprendedores y siendo conscientes de la importancia del esfuerzo y el trabajo para la sociedad.