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El placer de comer en Palacio de Canedo

Incluso para nosotros, que vivimos la magnífica realidad de Palacio de Canedo y Prada A Tope cada día, en ocasiones resulta difícil encontrar las palabras para poner nombres a las sensaciones que nuestros huéspedes, comensales y visitantes experimentan cuando entran en este palacio del siglo XVIII en el que nos encontramos. Y pensando en alcanzar el sumun en cada visita, nos paramos a pensar, por un momento en ese instante en el que, una vez cruzadas las puertas del Palacio, accedéis a nuestro comedor.

Todo lo que os rodea en ese instante es madera. Las mesas, el techo, las ventanas que dan a unas vistas espectaculares de la naturaleza que define a El Bierzo y, también, por supuesto, las sillas y bancos. No es baladí esta observación, pues todo encaja después, cuando tienes delante unos pimientos asados, una empanada, un plato de lacón, cualquiera de nuestras carnes, unos huevos con picadillo… por poner solo algunos ejemplos de los platos de nuestra carta. Y en la copa de cristal, con su firma Prada A Tope, un rosado de Mencía o un tinto envejecido en roble, un Godello si preferís apostar por un blanco… Parece que todo está encajado. Todas las sensaciones que se perciben forman parte de un puzzle emocionante.

Después de deleitarnos con los sabores de un cuidado menú, llega el postre. Es entonces cuando, tras ese café de puchero y ese sorbo de Aguaplácida y con la textura dulce y melosa de la crema de limón con castañas en el recuerdo, te asomas al balcón, también de madera, y te dejas llevar por los tonos verdes de un paisaje que acaba, al final, en las cumbres de La Aquiana. Casi siempre con algún nevero intacto. ¡Una vista más que espectacular!

Cuántas veces oímos decir que la cocina, la gastronomía, deben estar integrada en el paisaje cultural. Que debe respetar el entorno y situarse como un referente más dentro del amplio abanico cultural de la zona. En Palacio de Canedo no solamente estamos de acuerdo con ello, sino que sin esa filosofía nos atrevemos a decir que dejaríamos de existir. Lo tenemos claro. Nosotros seguimos apostando por el hecho de que comer, dormir y pasear por el Palacio de Canedo sea mucho más que una experiencia. Para muchos, se convierte en un recuerdo imborrable. Si quieres comprobarlo, ven y te lo demostramos.