Todos los que conocéis Prada a Tope sabéis que el corazón de la bodega y del Palacio de Canedo es José Luis Prada, un vendaval de la naturaleza con la energía suficiente como para contagiarnos a todos los que trabajamos cerca de él. Su relación con el vino ha marcado su vida y los recuerdos de su infancia se ligan ahora a las viñas de El Bierzo como si de una constante inalterable se tratara. Sus historias podrían llenar cientos de libros y su sabiduría enraíza con la tierra y con el mundo rural. Por eso hoy queremos contaros una historia a través de sus palabras y de su memoria. La evocación de un mundo que se rememora a través de nuestros vinos.
“Tengo una fotografía de hace 67 años en la que estoy vendiendo uvas en el mercado de abastos de Lugo. Creo que es lo que más admiro de todo lo que tengo y tengo muchas cosas. Era el año 1954 y mi familia vivía de las viñas. Era una época en la que no sobraba nada, pero tampoco faltaba. Recuerdo que si enfermabas te daban un plátano y una chuleta”, recuerda un José Luis Prada que muy pronto descubrió su amor por las viñas.

“Para mí, la viña fue la vida. Cuando salían las primeras uvas las vendíamos en fresco porque se sacaba más dinero. Yo tenía que ayudar a mis padres. Llevaba el agua para sulfatar o ayudaba a recoger los sarmientos después de la poda. Con 10 años no quería y mis padres me decían ‘llevamos roscón y nos ayudas’. Eso te queda perenne a través del tiempo”.
Y esta historia se mezcla ahora con el presente y con nuestro Clarete, que también llena los recuerdos de José Luis Prada. “Nosotros hacíamos tinto y clarete, cuando había clarete bebíamos dos o tres meses y cuando pasabas al tinto te costaba asumir el cambio. Era el vino que se vendía en las bodegas de todo el pueblo. En noviembre y diciembre se ponían en las casas y en las bodegas una bandera blanca. Entonces la gente sabía que ahí había vino y se llevaban la merienda. Mi padre tenía la bodega y sacábamos un dinerito extra para el resto del año”.
De aquellos recuerdos nace nuestro Clarete, un vino heredero de la tradición de los pueblos y que conserva todo el sabor de la tradición y de los grandes momentos de José Luis Prada.